15 sept 2008

Gabriela Torres Olivares


BIBLIOGRAFÍA

Gabriela Torres Olivares (Monterrey, Nuevo León, 1982). Fue codirectora del tríptico de literatura y fotografía Himen y directora de la editorial independiente Harakiri. Durante seis años fue miembro del consejo editorial de la revista Los Papeles de la Mancuspia. Su trabajo ha sido incluido en distintas antologías sobre nuevas voces narrativas, así como en revistas y publicaciones literarias. En 2004-2005 fue becaria del Centro de Escritores de Nuevo León con su primera novela Tal vez en otro lugar. Fue parte del colectivo de activismo cultural Proserpina. Actualmente colabora con la revista Picnic (arte y literatura) e Indie-rocks! (revista de música independiente), ambas del DF. Ha sido traducida al francés en una antología de Escritores Jóvenes de México y está siendo traducida al inglés. En la primavera de 2008 proyectó la pieza de videopoesía itinerante PoetTube –broadcast poetry- y compiló el bookZine de literatura mexicana Piroper@. Coordina el Encuentro de Escritores Jóvenes del Norte de México y Sur de EEUU. Ha publicado los libros de cuentos Están Muertos (2004) e Incompletario (2007). Actualmente vive en Rosarito donde trabaja en una novela sobre abducciones aliens y mutaciones reptiles.

Gabriela quiere afectar a:

1.- Patricia Laurent Kullick
2.- Mayra Luna
3.- Liliana Blum
4.- Magali Velasco
5.- Sylvia Aguilar Zéleny
6.- Glafira Rocha
7.- Cristina Rivera Garza
8.- Eve Gi

Trece punto dos
1
Vasudeva llora por las noches. Insiste a su mami que le duele cinco centímetros encima del hombro. La mami dice que encima del hombro no hay nada. Pide que le sobe el espacio de aire, que lo acaricie. De principio la mamá se niega pero ahora lo acaricia en una especie de reiki a la nada. Entonces la niña se calma y duerme.
Vasudeva sueña que se fragmenta, de tener cuerpo de niña pasa a ser finos cortes de bisteces. No le duele pero le preocupa. Papá y mamá nunca reconocerían los pedazos de carne que ya no la conforman. Entonces cuando despierta se toca desesperada, revisando que ningún pedazo de cuerpo falte. Nada falta. A ella le parece que sí. Incluso ha pensado que duerme siendo de mayor tamaño y en los sueños siempre le quitan volumen pero nadie, ni siquiera ella puede notarlo. Pero lo siente.
Vasudeva quisiera morir. A sus siete años ha pensado que le gustaría reencarnar en una flor. Una de color morado. Sabe que se ha portado bien para que en el bardo se le dé a escoger, ella dirá que una hermosa flor morada. No sabe cómo morirse y esperar la vejez le parece eterno. Necesita ya saber qué se siente no tener cuerpo. Necesita su esencia al cienporciento. Le ha dicho a papá que quiere morir. Él se espanta mencionándole que la vida es hermosa y que aleje esos pensamientos de sí. Ella ya no dirá nada porque para cualquiera de los que la rodean, esto parece la peor grosería y las groserías son malas y hacen de las personas malas personas y las malas personas no tienen oportunidad de elegir una próxima buena vida en el bardo.
Vasudeva le ha dicho a mami que la canción de mamita yo no quiero un hermanito, lo que quiero es un perrito, le parece infinitamente cruel. Ella quiere una hermanita, un hermanito no porque los niños no juegan juegos de niñas. Vasudeva quiere una hermanita y la ha pedido con todas sus fuerzas pero mami se niega; mami ya no es fértil. Entonces, Vasudeva, le pide que le sobe la nada, que la nada quiere que la soben.

2
La cuestión principal era saber si las hermanitas Garza Lombardi compartían, además del cuerpo, el alma. Haber nacido en una familia adinerada, sin contar los avances tecnológicos, les daba la oportunidad de ser separadas en una cirugía medianamente exitosa (85% de posibilidades de que una de ellas viviera). Pero como hemos mencionado con anterioridad, la cuestión principal era saber si también compartían el alma.
Nadie nunca supo que serían gemelas siamesas. Tampoco gemelas monocigóticas. Mucho menos niñas. El señor Garza Lombardi se empeñó en no realizar una ecografía a su esposa. Deseaba, en su postura de hinduista millonario, que la gestación y el parto se llevaran a cabo de manera natural. También de manera natural se enteraron que ella estaba embarazada, cuando no tuvo el periodo durante dos meses y atinó en decirle al marido, que se encontraba en estado y que debían ir con un ginecólogo. La negación del hombre junto a la felicidad de saberse padre. Debemos sorprendernos y aceptar el regalo, sea lo que sea, porque un hijo es un regalo, mencionó. Pero ninguno de los dos sabía que a los trece días de gestación el cigoto debe separarse; lo cual no ocurrió. Y la ciencia dicta que entre más tarde la separación, más órganos se compartirán. Así que las hermanitas serían siamesas pigópagas, que quiere decir que comparten casi todos los órganos, incluyendo el recto y la vagina; asimétricas, pues además de casi todos los órganos también casi todas las extremidades. Sólo cabeza, un pulmón y un brazo izquierdo las diferenciaban.
Entre meditaciones, dietas de semillas y té de menta, transcurrieron los ocho meses y catorce días de expectativa. Mandaron traer un monje partero tibetano de importación exclusiva. Se decía que el anciano participó en el parto de la sobrina del Dalai Lama. Así que un alumbramiento de lujo para un regalo de lujo. Para la mujer y el regalo de los Garza Lombardi, una de las familias pioneras en tiendas naturistas y difusores del hinduismo en México. Tres días y medio de om’s, incienso y música paradisíaca; lavados estomacales para evitar que cuando el puje, el regalo se embarrara de mierda; mantras y bailes y sin embargo la mujer en el trabajo, imposible de asomar siquiera un pedazo de piel del regalo dentro de sí. Cuando la ruptura de la fuente, nada. Después nada. Quizá sean gemelos, alcanzó a pensar el monje, pero para eso se necesitaba de otra clase de meditación cesárea, que no incluye xilocaína, sino la ruptura en la piel del vientre, así, sin más. La mujer no se había preparado para aquella posibilidad. Nadie, de hecho, lo había pensado. Quizá sean gemelos, alcanzó a decir el anciano.
En la sala de urgencias de un hospital se ve entrar a una parturienta vestida de color caqui con el rostro pintado de hena. Tras la camilla dos hombres corren con la misma vestimenta de la antes mencionada. No pueden pasar a la sala de cirugías con ropas no esterilizadas. Esperan afuera mientras otros familiares de pacientes los observan y musitan entre ellos el aspecto de esos dos que no han dejado pasar.
El ginecobstetra apoya suavemente el bisturí sobre la bolsa. Introduce las manos enguantadas en el vientre para sacar el producto. Los ojos de todos se abren para no perder de vista el regalo. Se abren mucho más con la sorpresa. También algunos labios se abren pero esto no puede verse debido a los cubrebocas. El doctor finge la naturalidad de una cesárea cualquiera pero en todos sus años nunca había sentido esa experiencia de aberración, ni siquiera cuando lo vio en el libro de deformidades neonatológicas. Esto lo llevará a tener pesadillas de vez en cuando, todas ellas relacionadas con las deformidades físicas. También lo llevará a una fama efímera cuando las cámaras de televisión lo entrevisten.
A la sala de espera ha llegado el resto de la familia Garza Lombardi. Expectantes cuentan entre ellos los embarazos múltiples en el árbol genealógico. Cómo no haberse imaginado un regalo doble. El anciano comienza un canto pero es acallado por las enfermeras. El señor Garza Lombardi se arrepiente de ni siquiera haber realizado una ecografía para recibir a sus gemelitos con más bombo y platillo. Todos le cuestionan los nombres que llevarán ya sean hombres o mujeres. No sabe. En su predeterminación pensó que sería niño, en cuyo caso, Govinda. Si niña, Bodhisattva. Lo dijo y todos aplaudieron mencionando la falta del otro. Pues Siddharta o Vasudeva, respectivamente, inquirió entre risas. Lo que le preocupaba realmente era el recibimiento de uno, un solo ente, un solo espíritu. No estaba preparado para dos. El resto de la familia también se preocupó pues compraron regalos para uno. Pero eso no importaba: lo material no importa, dijo el abuelo Garza Lombardi, lo que realmente importa es que nazcan con salud, pues de la salud depende la esencia, el espíritu.
Cuando la enfermera lo condujo a la cámara de incubación no daba crédito al ver a sus pequeñas que tenían más el aspecto de Ganesha que de un bebé normal. Es preciso mencionar que el ginecobstetra salió previamente para avisar que habían sido niñas. Como también es preciso decir que sólo al padre se le dijo, en un rincón, que estaban pegadas. Una pequeña cabeza emergía a un lado de otra pequeña cabeza y un bracito aparecía sobre el hombro izquierdo, encima del otro bracito. El resto de los bebés dormían plácidamente bajo las paredes de acrílico. Sólo la suya, las suyas, eran punto de referencia, ostrananie conceptual, diferentes, como diferente la ropa del padre, que a pesar de lucir como un vagabundo tenía más dinero que el resto de los padres de todos esos niños. Sintió vergüenza, no pena, sino vergüenza, no compasión, sino vergüenza, pura y vil vergüenza porque la vergüenza es algo que te obliga a desear morir. Vergüenza no es bella ni siquiera fonéticamente, la uve, la diéresis y la zeta dan todo el contexto morfológico. Pues él sintió esto. Deseos infinitos de morir. De que nadie, ni siquiera su familia, ni siquiera la madre, las viera. Huir lejos con sus niñas. Culpándose todo el tiempo de esa falta de ecografía, de haber sido él quien genéticamente, con su mal esperma, las había formado. Pero no sabe que éste no es un defecto genético, sino una mutación durante la gametogénesis o el desarrollo poscigótico.
Regresa cabizbajo. Avisa la diferencia de las gemelitas. Los alegres rostros se tornan ahora tristes. El tibetano menciona que esta clase de nacimientos son muy comunes en Oriente y África, incluso él ha visto personas que se desarrollan normalmente, trabajan, se casan, tienen hijos, siendo siameses. También y de manera nada táctica dice la etimología de siameses: de Siam, Tailandia, ahí nacieron unos siameses muy famosos que viajaron por el mundo llevando un espectáculo circense. Sus palabras no ayudan en nada a la familia. Nadie quiere ahora saber de etimologías, ni de siameses famosos, ni de tipos de siameses, como consolación. Creo, insiste el anciano de poco tacto, que la cuestión importante es saber si comparten también el alma, a ustedes les importa eso ¿no? Si de nada ayudó con su sabiduría desenfadada etimológica, sí aumentó la preocupación cuando todos se cuestionaron aquello tan cierto de la esencia. Pero pasó a segundo plano porque el señor Garza Lombardi tenía que entrar a ver a su esposa que despertaba de la anestesia.

3
Destapa el frasco de popper. A pesar de que lo inhala con mucha fuerza no siente la cúspide del orgasmo, sólo los efectos secundarios normales de una excitación cualquiera. Nunca ha tenido uno. Y ahora tiene que fingirlo pues su novio le ha dicho que le molesta que el sexo no la satisfaga. Grita con exageración a lo que el chico sonríe. Mejor se va a esnifar un cóctel de riboflavina y coca porque si el sexo no le da orgasmos, sí le quita energías. Y sin energías se deprime y si se deprime piensa y si piensa llora.
Sus padres quieren que vuelva al sendero divino de la iluminación. Ella contesta que la iluminación le vale madres, que su oscuridad nunca podrá ser iluminada. Llama de vez en cuando a casa para pedir dinero. Cantidades desorbitantes para una estudiante de medicina. Nunca se lo niegan. Y ella se niega a pagar grandes cantidades a un dealer, por eso se ha vuelto una experta en sustancias activas de los medicamentos preescritos. El dinero lo usa para darse una buena vida y pagar mordidas a la policía. Tiene un minilaboratorio en su departamento. Usa una bata y lentes protectores para hacer mezclas de las cuales es su propio conejillo de indias. Acepta en su casa a drogadictos, borrachos y otros delincuentes que la respetan, pues cuando uno se ha querido pasar, desnuda su hombro izquierdo y dice: ¿ves esto? Estuve a punto de morir. Pero si no fui yo la que murió, la respuesta de quién, está muerta.
Le han dicho que la mezcla entre cloretano, amoníaco y alcohol es como un orgasmo. Midió su peso entre los miligramos de cada sustancia, según sus efectos, pero fue más la cruda que la satisfacción. Así que supuso que eso no era un orgasmo, sino más bien la perdida del cuerpo, una muy leve separación de lo que compone su masa. Con más cantidad quizá se sienta más pero porque con más cantidad te mueres.
A pesar de su obvia adicción, es una estudiante ejemplar. No hay nadie en la escuela que se apasione tanto con prácticas de disección de cadáveres, ni con la infinitud de numeritos y letras de la tabla periódica de los elementos. Nadie que lleve los mejores ensayos y se formule las más difíciles hipótesis sobre tal o cual enfermedad. Además de cuestionar a sus maestros con medicina naturista. A sus padres les restriega en cara las bondades de la medicina alópata. A sus maestros les propone la alternativa natural. A sus clientes les da polvos y pastillas y líquidos que los saquen de la realidad porque dice que la realidad no existe, es un impuesto de la cultura. Así que para eliminar todo ese impuesto por los maestros y los padres y el hinduismo es mejor el atajo hacia la nada. Porque al final de cuentas todo es nada. El absoluto es el abismo. Y a ella le gusta acariciar la nada porque hace años que se la quitaron.

4
Debemos salvar sólo a una de las niñas, dijo el doctor. El señor Garza Lombardi piensa en el tibetano, aquello de compartir el alma, su occidentalismo no ha borrado esa tradición. El ginecobstetra sonríe ante el señalamiento del padre. Luego se arrepiente pues cae en cuenta que esto es importante para él. Una de ellas es lo que llamamos gemelo parásito, es decir, carece de vida por sí solo, necesita de la otra niña para sobrevivir y a la larga le hará daño porque la columna vertebral está diseñada para cargar un solo cuerpo todo el tiempo. Pero esto no debe ser precisamente inmediato, debemos esperar unos meses en lo que se alcanza a desarrollar y usted piensa qué tan conveniente es.
Bodhisattva y Vasudeva duermen en su cunita especial. Vasudeva tiene los ojitos cerrados y respira con dificultad pues le oprime el pecho el peso de la otra. Bodhisattva no puede cerrar los ojitos porque ni siquiera tiene unos. En las cuencas hay carne, sólo carne ahuecada por la falta de los globos oculares. Pero tiene de nariz unos hoyitos malformados que le permiten seguir con vida. Una boquita sin labios y una lengüita que aunque roja, parece más la de un pajarito que la de un humano. El padre las mira dormir y piensa lo que ha dicho el médico en la última visita: si muere Bodhisattva, Vasudeva tendrá muy pocas oportunidades de vivir. Toma una decisión y llora. La madre hace lo mismo aunque de principio se niega. Mañana comprará los boletos para Houston, allá hacen mejor las cirugías de separación.

5
La doctora Vasudeva Garza Lombardi no puede realizar una cirugía. No puede pues el pulso de su brazo izquierdo falla. No le dieron la licencia que requiere como cirujano. Siempre había notado ese problema pero nunca imaginó que fuera tan grave pues en las prácticas de disección jamás tuvo complicaciones. Le atañe la temblorina a las drogas.

6
La operación fue un éxito a pesar de la muerte de Bodhisattva. El señor Garza Lombardi pide al médico los restos de su pequeña. El médico le explica que casi siempre las familias donan éstos en pro de la ciencia. A pesar de la petición para el ritual funerario, el padre acepta, pues es de egoístas no permitir la quizá mejoría de un futuro.
Bodhisattva es envuelta en una bolsa transparente y sepultada en un cajón de aleación de metales para viajar por todo Estados Unidos de una clínica a otra. Ser exhumada de vez en cuando mientras muchos guantes de látex la examinan.

7
La doctora Vasudeva Garza Lombardi, escribe el capítulo ‘La Separación Monocigótica en el Día 13’ de su libro: La Compartición de Almas. Está formulándose la primera pregunta: ¿Cuántos órganos deben compartirse para compartir también el alma? Aun no sabe la respuesta y quién sabe si la sepa, además el libro no será aprobado por la sociedad médica que lo cuestionará y hará una crítica sobre la subjetividad del caso. Además justo cuando termina de hacer la pregunta el teléfono suena para informarle que una clínica en Boston rechazó la petición de ver todos los cuerpos de siameses que tienen para estudio. Pero esto tampoco importa pues Bodhisattva no está ahí ni en ninguna otra clínica del mundo. Sus restos fueron cremados hace diez años, cuando gracias a la negligencia su cuerpo comenzó a pudrirse.

8
El señor Garza Lombardi sale de la clínica junto a su esposa que lleva a la niña en brazos. La operación fue un éxito, contesta al reportero de las noticias que viajó desde Monterrey para cubrir la nota de la separación de las siamesas. La familia se dirige al estacionamiento. El reportero los sigue: ¿Y Bodhisattva? ¿qué ha pasado con la otra niña? Por favor, ha sido una decisión difícil, Bodhi está ahora en una mejor parte. ¿Cuáles son las expectativas de vida que se tienen para Vasudeva? Todos estamos bien ahora, y esperamos que así sigan las cosas. ¿No afectó ningún órgano de la niña? Afortunadamente no y les agradecería de sobremanera que nos dejaran descansar, ha sido una jornada larga y estamos cansados. Pero ¿qué pasa con aquello que nos dijo en una primera entrevista?, lo del alma; a usted le preocupaba que compartieran el alma, ¿no es así? El señor Garza Lombardi empuja levemente a su esposa dentro de un coche. Gracias, les agradecemos su preocupación. Bueno, Cecilia, como pudimos percatarnos, la familia Garza Lombardi ha tenido una jornada larga pero la separación fue un éxito. A pesar de que no pudimos ver a la niña, sabemos por voz del padre que está bien. Esperemos que no se presenten más complicaciones, por mi parte es todo.

9
Aborrece, no, más bien evita observar a personas incompletas en las calles. Más a aquéllas que nacieron con todo y en el transcurso lo han ido perdiendo. A pesar de que su ética médica la obliga a tratar con los de esta naturaleza, intenta no profundizar demasiado porque teme preguntarles: ¿cuánta alma crees que has perdido con esa ausencia? Porque para ella es una ausencia, un vacío. No las rampas de las banquetas ni las señales de discapacidad en los estacionamientos, no, eso no es lo principal; es la aptitud para seguir viviendo, quizá con menos gramos.
Según muchos médicos forenses y embalsamadores, un cuerpo sin vida pesa veintiún gramos menos. Miligramos de diferencia en algunos casos, dependiendo del volumen espiritual. Un alma a dieta es la que se encuentra atormentada. La plena está en proceso de engorda. Las pérdidas, reducen el volumen de ésta y la variabilidad de peso depende de los obstáculos vitales. Aunque los hinduistas rechazan lo material como complemento del espíritu, ella lo desniega. Todo radica en la experiencia, en el saber. Escuchó decir en Los Simpsons que entre más inteligente más infeliz eres. Concuerda con esto pero cambiaría la palabra inteligencia por lucidez, que no es exactamente lo mismo. Por tanto la embriaguez reduce la tristeza y casi siempre se le adjudica la felicidad. Y la felicidad es relativa acorde al conocimiento. En su ahora, vivir con una hermana parásito pegada al hombro, no sería, tal vez, la felicidad. Pero desearía cambiar todo este conocimiento por una gira a su lado siendo el freak show de un circo. Vivir en un tráiler juntas y contarle por las noches todos los días. Rehacerle un mundo que ella siente y la otra presiente. Completar, no complementar, junto a Bodhisattva, la esencia, los 21 gramos asignados. Ser la diversión-aberración-morbo de muchos. Pero con ella. Sin cuestionarse todo esto; ¿para qué saber que el amor consiste en la idealización del otro? ¿no sería mejor saber el amor sin saber que estamos idealizando al otro y que éste no es más que un espejo en el que nos quisiéramos ver? Mejor vernos en el espejo y asombrarnos imaginando la duplicidad sin la monotonía que acarrea el conocimiento. No soy yo, ni otro, sino un reflejo. Lo que soy está en mí. La luz está en mí, por consecuencia yo y sólo yo puedo llegar a la iluminación. Esta base filosófica le parece de poca otredad.
Tal vez por eso prefirió evadir esa parte de conocimiento en ella. Nació y creció con el hinduismo fanático que practica su familia; un abuelo que en su visita a la India trajo de souvenir la doctrina más redituable entre la clase alta; quizá poner un negocio. Y quizá la vida sería más llevadera de no saber que la cicatriz en su hombro izquierdo no fue una caída, sino la pérdida de 7.8 gramos de alma. Imagina esto no porque lo haya estudiado, sino porque lo siente. No exactamente en gramos pero sí por la ausencia de algo que reduce el ser.
Por eso evita observar detenidamente a los mutilados, a los incompletos, porque teme cuestionarles. Quisiera responderse pero el conocimiento, el verdadero saber de la ausencia por medio del otro, le traería más problemas. Calla. Prefiere no embriagarse de esa lucidez que sólo la haría más infeliz.

10
—¿Qué tengo en el hombro, papá? Siempre duele.
Silencio. Nada.
Por lo tanto, tiene nada.
11
Con la nada en el hombro: el resto de la vida. Mientras nada nada en el bardo esperando. Reconocer la cicatriz igual que Penélope la de Ulises.
Decir que no por nada se vive la vida.
Sino más bien todo es importante.
Porque nada es todo.
Nada nada.
Nada es.
Es ser:
Tú.

12
Le han ocultado la verdad. Once años pensando que la cicatriz del hombro la sufrió cuando niña. Los invitan a un programa especial sobre siameses separados. Mostrarle entonces los recortes de periódico para no perder la oportunidad de aparecer en televisión nacional. Es que naciste con una hermanita en ti; ella dio su vida para que siguieras sana. Pero ¿dónde está ella? Ella está ahora en un mejor lugar. Quiero estar con ella. No se puede, hija, para eso tendrías que morir. Pues quiero morir. No digas eso. ¿Cómo se llama? Se llamaba Bodhisattva. ¿Como la Bodhisattva de la Medicina? Así es.

13.2
La doctora Vasudeva Garza Lombardi observa a sus albañiles colocar bien el nombre, letra por letra, de su laboratorio. La D va antes que la H, les grita. Bodhisattva, repite entre dientes, Bodhisattva. 13.2 gramos se encuentran plenos. En el primer anaquel, su libro, La Compartición de Almas, pues casi ninguna librería aceptó venderlo. Su padre patrocinó la edición, pues tampoco editorial alguna aceptó el dictamen. Les pareció absurda la conclusión de cómo vivir con gramos menos, mientras se espera la muerte.

3 comentarios:

luigghi dijo...

Buscaba reiki y Vasudeva en Google y encontré esta joya. Gracias.

Tonatiuh Aglagniosto dijo...

si podés publicar el correo de la autora, será copada!

Garbendaguen dijo...

¿Sigues enojada conmigo "Chica Cenicero"?